Lo que sucedió a las 15:11 de la tarde
del Domingo 25 de Octubre en el circuito de Sepang de Malasia, no es más que el
resultado de muchos factores que hicieron que todo estallara en la curva 14 de
la séptima vuelta del Gran Premio Shell de Malasia de MotoGP, cuando el libreto
de la carrera y el final de la historia épica de 2015 empezó a reescribirse. En
el momento en que la Yamaha de Valentino Rossi se sale de la trayectoria
natural para acorralar la Honda de Marc Márquez es donde la actual temporada de
MotoGP, considerada por muchos hasta ese momento como una de las mejores de los
últimos 10 años, empezó a divagar para reescribir un capítulo final que todavía
no hemos vivido. Mucho de lo que paso en esa curva, vive dentro de la mente de
ambos pilotos y vivirá por mucho tiempo antes de que se haga público por
primera vez. Pero tengo la ligera sospecha de que lo que pasó durante esta
temporada tiene que ver con el concepto de la Bruma Roja.
Para aquellos que no son familiares
con la palabra, acá se los traigo: Según el diccionario Oxford de la lengua
inglesa, Bruma Roja (o Red Mist en su
traducción anglosajona) se refiere a ese caso de un periodo de intensa emoción,
relacionada principalmente con el odio o la rabia, que temporalmente nubla la
capacidad de juicio de una persona. En el deporte motor, los casos de Bruma
Roja son bastante frecuentes: Es el punto en donde la locura pasa al frente
mientras el pensamiento racional toma un segundo plano. Casos como la clásica
pelea en F1 en el Gran Premio de Suiza de 1979 en donde el canadiense Gilles
Villeneuve y el francés Rene Arnoux batallaron por más de tres vueltas al filo
del peligro mientras golpeaban pedazos de monoplaza en cada curva. Fue uno de
los grandes espectáculos que la F1 haya visto en años y que hasta el día de
hoy, no se ha podido replicar. En motociclismo, este fenómeno también ha estado
presente y es más común de lo que uno se imagina: Un caso rápido que se me
viene a la mente fue Wayne Gardner en Phillip Island 1991, cuando el
australiano batalló contra su compañero de equipo (un tal Michael Doohan), la oposición
estadounidense y problemas con el carenado de su moto para quedarse con la
victoria. Gardner explicaría años después, acerca de su victoria acá: “En
las últimas cinco vueltas tuve una experiencia fuera de mi cuerpo en donde pude
verme correr. Como si fuera todo a control remoto. (…) Mucha gente me pregunto
en el podio de cómo haba hecho para correr de esa forma y les conteste que no tenía
ni remota idea”: Esa es la Bruma Roja hablando. Esa es la esencia de
bloquear todos los miedos, pensamientos, o dolor, para focalizarse en un objetivo solamente. En el
caso de Gardner, su objetivo era ganar en su casa a cualquier costo.
Nadie tenía idea de lo que lo que iba
a suceder el domingo. Pero el jueves, durante la rueda de prensa que hace la categoría
en cada Gran Premio, empezamos a ver los destellos de lo que podía suceder: El
mundo se quedaba con la boca abierta tras las declaraciones de Rossi implicando
que Márquez, quien había tenido su momento de Bruma Roja unos días atrás en la
vuelta final en Australia, estaba asociado con Jorge Lorenzo para dejar a él
fuera de los chances de quedarse con la corona de 2015. ¿Era esto de genio o de
locura? ¿Estaba intentando de demoler a Márquez y sacarlo de contención o
estaba poniendo las bases de su propia autodestrucción? ¿O era sencillamente el
viejo campeón pidiendo a aquellos que no se encontraban en su entorno que
dejaran que él y Lorenzo batallaran hasta el último segundo el campeonato?
Si Rossi trataba de invocar la antigua
regla no escrita del motociclismo que reza “Hay que respetar a aquellos que están peleando por un campeonato cuando
tu no lo estás”, empezó por un mal camino. En vez de ganarse la simpatía
del joven bicampeón del mundo, lo único que hizo fue untar sal y vinagre en
una herida que estaba abierta. Una herida que se abrió en Termas de Rio Hondo y
que se profundizo en Assen. Son pilotos de alto ego, que normalmente hacen lo
contrario a lo que uno normalmente le pide. Es una pequeña olla de ebullición
que empezó a calentarse años atrás, cuando Marc ponía pie por primera vez en
MotoGP.
Cuando las luces se apagaron en Qatar
en 2013 el sueño de un joven piloto empezó a andar, pero la pesadilla de un
viejo piloto volvió a emerger: Rossi tenía que lidiar, una vez más, con un
piloto de otra generación que necesitaba frenar a toda costa para él mantenerse
en el tope. Para ponerlo en contexto, Rossi acabó con la última generación de
dos tiempos que existía cuando llego en el 2000. Acabó con la generación de
Gibernau que llegó con MotoGP salvo el extraño caso de Nicky Hayden y el
talento mercurial de Casey Stoner en 2006 y 2007. Con su salida a Ducati, llega
la generación de Pedrosa y Lorenzo al tope, a quienes sus trucos mentales dejan
de empezar a hacer efecto y regresa una vez más en 2013 a Yamaha con la generación
de Marc Márquez, una que creció viéndolo a él por televisión, y que ahora
estaba a su lado en la parrilla de salida.
El domingo lo que se vio por la retransmisión
televisiva no fue más que la respuesta furiosa de Márquez a las palabras del
jueves de Rossi. La Bruma Roja había descendido sobre el Trueno de Cervera. Y
como un incendio forestal, se extendió sobre el circuito. Rossi fue el próximo
en caer en este embrujo al sentirse traicionado porque Márquez no estaba
respetando la vieja regla. Pero probablemente en la cabeza de Márquez, Rossi ya
había desechado la regla cuando, en el fragor de la batalla, lo dejo K.O en
Termas de Río Hondo y su sueño de un triplete se desvaneció con el calor
sudamericano.
Márquez defendió cada paso de curva
como si su vida dependiera de ello. Rossi contestaba de la misma manera. Era acción
para no cardíacos. Pero en este caso, ya uno podía sentir el escalofrío al ver las acciones por encima del
límite que estos gladiadores modernos nos tienen acostumbrados a ver. Hasta que
en la vuelta siete, la sensación se convirtió en algo más desagradable. Rossi empezó
a creerse que Márquez antagonizaba con él, viendo que su principal competidor se
alejaba de él y se acercaba más a la cabeza de carrera. Llegando al punto de
demostrar su desprecio, gesticulando en una forma en que hace pensar que le estaría
diciendo: “¿Qué carajo estás haciendo? ¡Déjame
correr en paz!”. Y más adelante paso lo peor: A Rossi se le perdió el guión.
Lo que sucedió en esa curva 14 cuando
colisionaron es irrelevante. Hasta el segundo que Márquez cayó en el caliente
asfalto malasio. Rossi no pateó a Márquez
más de lo que Márquez golpeo con su casco la moto de Rossi, ya que la única
cámara que puede hacer constatar lo que realmente sucedió (que es la cámara del
helicóptero) no hace justicia. Pero el solo hecho de Rossi frenar, mientras
miraba a Márquez acercarse al límite de la pista ya es demasiado. Rossi no
estaba corriendo más. Rossi había frenado para buscar conversación con Márquez,
como lo haría cualquiera de nosotros en un semáforo en rojo en la calle. A
Rossi se le olvidó que estaba en una carrera y que estaba el campeonato en
juego.
En el momento en que 160kg de moto
Made in Minato tocó el asfalto de Malasia, Rossi salió del trance y decidió
regresar a la carrera, sin antes voltear una vez más a ver que había pasado en
esos 10 segundos surreales y revisar, con otra ojeada, en donde venían Andrea
Dovizioso y Cal Crutchlow. Rossi pensó que se había salido con la suya, pero
con los ojos del mundo de testigo, y antes
que la moto frenara para la curva 15 del circuito, el feed internacional
informaba que la acción de carrera surreal que acababa de pasar, sería
investigada por la Dirección de Carrera. De esa manera empezó la cuenta
regresiva más angustiante de la historia de MotoGP.
Mientras Dani Pedrosa dominaba Sepang
como en sus viejas épocas y aguantando los embites de la Yamaha de Lorenzo, en
una oficina con aire acondicionado dentro de la torre de control del Circuito
de Malasia se decidía la suerte del campeonato. El neozelandés Mike Webb, como
una especie de juez, jurado y verdugo, deliberaba acerca de la suerte del
italiano. Al no estar presente, no puedo decir con certeza lo que discutió pero
si puedo inferir las soluciones que se le pasaron por la cabeza:
La primera era la obvia. La conducta
antideportiva debe ser castigada ejemplarmente con la exclusión del piloto con
bandera negra y sanción de una fecha, como le sucedió a Lorenzo con Alex de Angelis
en Motegi de 2005. Pero eso significaría que el Mundial hubiera terminado de la
manera más anticlimática posible. Con Rossi excluido de la carrera y sancionado
en Valencia, el título iría a parar de manera automática a las manos del mallorquín
sin siquiera haber caído la bandera de cuadros. Políticamente esa decisión
nunca iba a suceder. Otra decisión que quedaba era el Ride Through Penalty, en donde Rossi debía cumplir sanción pasando
a velocidad reducida por el pitlane y
continuar en la carrera, pero mientras las vueltas pasaban, la ventana para
usar esta carta se esfumaba. Al final, se quedaron con la decisión
políticamente correcta del carnet y los puntos de penalización. Salían de un
dolor de cabeza para entrar en otro.
El único referente que existía en esta
figura, en donde un piloto sacó de competencia a otro piloto fue en Moto3
cuando Karel Hanika se llevó por el medio a JuanFran Guevara en Jerez, por la
cual la Dirección de Carrera le quito cinco puntos y lo obligo a salir por el pitlane en la próxima carrera en Le
Mans. Con seis puntos, Rossi debería salir del pitlane en Valencia, usando la misma fórmula de Hanika. Pero acá es
cuando se empieza a enredar todo:
Karel Hanika derribando a Juanfran Guevara en Jerez |
Cuando Hanika decidió sacar del camino
a Guevara, en la reunión de la Dirección de Carrera Hanika se declaró culpable de lo sucedido:
Rossi llegó a la sala de la Dirección de Carrera diciendo que su intención había
sido accidental. El no quería que Márquez se cayera pero terminó de igual forma
en el suelo. No es una posición correcta pero no lo es ilegal. En este caso, no
había precedente, la evidencia era escasa (con todo y todas las tomas de televisión
que centraron los ojos en ellos), y era un piloto que peleaba el Mundial. Habrá
que preguntarse si la decisión de otorgarle solo tres puntos a su carnet, para
sumar cuatro y salir desde el fondo de la parrilla vino de la cabeza de un neozelandés
o de una llamada telefónica de un español de calvicie prominente y lentes
metalizados, quien controla como maestro titiritero, los rumbos de todo lo que
vemos hoy.
Con la nube de polvo del incidente de
Sepang esclarecida por partes, lanzo dos preguntas: ¿Quién gana con todo esto? Jorge Lorenzo pudiera ser el ganador
moral de todo esto al acercarse a solo siete puntos de alcanzar el triplete y
dejar que las permutaciones trabajen en su favor. Pero el verdadero ganador de
todo lo que paso en Sepang es la Sociedad Limitada que tiene base en alguna
avenida en Madrid: La avalancha de prensa gratuita que ha tenido MotoGP en las últimas 72 horas por el concepto de “La Patada de Rossi” es la mejor
publicidad gratuita que hayan tenido en su vida. Todo el mundo habla de la patada, así esté relacionado con el
mundo de las motos o no, y no me extrañaría que en estos 15 días, las
solicitudes de acreditaciones de TV y prensa se tripliquen sólo para esta
carrera. En un mundo en donde el morbo vende ediciones. Y una patada que, hasta
el día de hoy, es imposible ver con claridad.
La segunda pregunta es ¿Qué ambiente nos espera en Valencia? A
nivel del aforo será una casa llena. Pero será difícil saber si el ambiente
enrarecido de Sepang llegará al anfiteatro valenciano. Podríamos estar ante el
inicio de una guerra de hooligans con los bandos bien diferenciados: Rossistas, Marquesistas, Lorencistas y
Pedrosistas mirando unos a otros con los ceños fruncidos, pidiéndole sangre a
sus ídolos. Como también pudiera ser (y como espero que sea) un ambiente de
total algarabía con la fiesta declarada desde las gradas, con el amor al
motociclismo y la presencia de una autentica oportunidad histórica frente a sus
ojos. A nivel de pista, a pesar de la frescura del otoño valenciano, las cosas
pueden llegar a una temperatura gélida: Lorenzo debe ganar para agarrar con
ambas manos su preciado tercer título de MotoGP. Pero su principal problema no
representa un doctor castigado con la última posición de salida, sino las máquinas
anaranjadas y blancas que probablemente salgan delante o detrás de él: Pedrosa
viene en su mejor momento de la temporada, tras superar la lesión en el brazo
que lo marginó del Mundial este año. El piloto de Sabadell llegará inspirado a
Valencia tras una hermosa victoria en Sepang. Una victoria que muchos no se
recuerdan. Marc Márquez llegará a Valencia con la Espada de Damocles bajo su
cabeza: Si no ayuda a Pedrosa a alcanzar el 1-2 que haga saber que Repsol Honda
ganó esa tan importante última carrera del año en suelo español, entonces
probablemente las palabras de la rueda de prensa de Sepang retumbaran en sus
oídos todo el invierno y (conociéndola como es) la prensa lo degollara vivo,
acusándolo de que realmente estaba ayudando a Lorenzo a alcanzar su tercer título.
Total, el morbo vende ediciones.
Con este escenario montado, con ambas
HRC rebanándose por quien se queda con la victoria en Valencia, Rossi solo debe
salir, no cometer errores con los pilotos de la mitad de la parrilla y
estacionarse en el sexto puesto detrás de la mezcla de Ducatis y Suzukis a
esperar que sucede con él. Si Lorenzo tiene una de sus salidas marca registrada
y logra contener a ambas Hondas, entonces Rossi tendrá que hacer la carrera de
su vida. En un circuito en donde los fantasmas de 2006 todavía aparecen de vez
en cuando y asustan al sazonado piloto italiano.
Los granos de arena del reloj cada vez
se hacen más pequeños. La hora de la verdad se acerca a velocidad de 300 kilómetros
por hora. Y la Bruma Roja (esta vez la buena, la que ayudó a Gardner a ganar en
Australia) amenaza con volver a ponerse sobre el Circuito Ricardo Tormo. Veremos
a quien decide, esta vez, tomar como inquilino…
Hasta una nueva oportunidad
P.D.: Para los hooligans: Los dos
únicos pilotos en F1 y MotoGP a los cuales yo puedo respetar como ídolos viven
plasmados en un hermoso collage que me hizo una gran amiga. Uno decidió matarse
en 1982 y el otro decidió que se iba a pescar en 2012. Guarden su odio para
otra persona.
Por Alex Reyes (@EthanGilles), compañero de motonoticias.com
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